Las úlceras cutáneas representan una patología creciente en las consultas de medicina general, dermatología y cirugía vascular debido al envejecimiento progresivo de la población. El paciente debe realizar un gran número de desplazamientos y consultas, a veces durante años, hasta que esta patología es resuelta. Esto, añadido a la elevada morbilidad asociada, provoca una disminución en la calidad de vida y movilidad del paciente.

En Unidad de Medicina Estética hemos introducido un protocolo eficaz para el tratamiento de este tipo de patología. Consiste en el uso combinado de de técnicas innovadoras en este campo.

La Carboxiterapia ha demostrado que favorece el cierre de estas úlceras. El proceso consiste en la aplicación de microinyecciones localizadas de CO2 mediante un equipo diseñado especialmente para este fin. Dicho equipo se encarga de controlar la velocidad de flujo del gas, la dosis administrada y el tiempo de inyección. La introducción del CO2 se realiza por vía subcutánea, en la zona perilesional de la úlcera, gracias a una fina aguja a la que llega el gas a través de un conducto flexible desde el equipo.
¿Cómo actúa el CO2? La hemoglobina presente en nuestra sangre tiene más afinidad por el dióxido de carbono que por el oxígeno. Al inyectar CO2 en el tejido subcutáneo sirve de estímulo para que inmediatamente haya mayor circulación de la sangre en la zona tratada y los glóbulos rojos suelten el oxígeno que llevan y carguen el CO2, de tal forma oxigenan el tejido lesionado y eliminan el CO2 por vía pulmonar. A su vez, el CO2 estimula la vasodilatación a nivel de capilares en la piel y provoca angiogénesis (formación de nuevos vasos sanguíneos). Así, al incrementarse la velocidad de flujo sanguíneo y aportar mayor oxigenación al tejido lesionado, se produce una mayor rapidez de cicatrización de las úlceras.